sábado, 16 de enero de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Bignonia

La luz de la tarde, - “esa luz de ensueño y oro que muere” -,  juega al escondite entre las ramas de los árboles. Brillan las hojas con una manera especial. Hay un adelanto de primavera en lo más riguroso del mes de enero. Por cierto, la luna se las anda en el primer cuarto creciente; los gatos en celo.

La brisa es suave; tenue. La brisa es casi imperceptible. Es una caricia que se agradece en la cara. La brisa hace que el humo blanco de la quema de l ramón en los olivares sea una cortina de gasa entre el azul del cielo y el campo.

Un hatillo de nubes corona la sierra. La sierra caliza tiene un color especial y las sombras forman figuras caprichosas. Otras sombras, las sombras de los montes de Galupe y del Cerro del Espartal se alargan sobre los otros montes. Chacharean las luces y las  sombras.

Ha pasado una garceta bueyera solitaria. Va a contramano. Va en busca de otros pájaros para, juntos, pasar la noche en los eucaliptos del Hoyo del Conde. Su pluma blanca sobresalte por encima del verdor de las huertas. Canta, no sé dónde, un gallo.

Ya tienen todo su color las naranjas; los limones pintan a oro nuevo. Una banda de estorninos ha dado vueltas por el cielo. Buscaban su sitio. Se han posado sobre el nogal del tío Benito. Los estorninos vienen de echar el día en los olivares.

Ha pasado un tren. En el frontal electrónico, encendido, lleva el nombre del destino: Sevilla SJ. El maquinista ha hecho sonar ese claxon raro que ahora tienen los trenes. No es un silbido agudo como aquellos de las máquinas de vapor; tampoco es una bocina identificable con otro vehículo. Todo el mundo que vive cerca de la vía sabe que es el aviso del tren…


Cantan los verderones; hay una sinfonía de chamarines y jilgueros. Arrullan las palomas; en la lejanía se ladran, unos a otros, los perros. ¿Se estarán diciendo que el Málaga ha perdido en Sevilla? La celestina está en flor, pero la que de verdad está preciosa, palabrita del Niño Jesús, de verdad de la buena, es la bignonia.

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