viernes, 15 de enero de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Un rayo de sol

Era una tarde de verano; julio. Ya se había superado el solsticio de verano. El sol de medianoche, todavía, era un espectáculo. Les digo: único. No he visto cosa igual. Los turistas, agolpados en los filos del acantilado, contemplaban una imagen insólita.

Llamo a un amigo por teléfono. Se lo digo: si doy un paso más al frente caigo al agua. Se ha acabado la tierra. Estoy en el Cabo Norte. Todavía, a pesar del tiempo transcurrido, siento dentro una sensación increíble de cosquilleo y regusto…

Habíamos recorrido un montón grande, muy grande de kilómetros desde Copenhague. Atrás habían quedado Helsingor y el castillo de Kronborg con la tragedia – Hamlet – de Shakespeare entre sus muros.

Suecia nos recibió en Helsingborg. Luego, Goteburgo. Pasamos a Noruega: Oslo. Entre Tromdheim y Narvik  - la de la batalla naval de la II Guerra Mundial, esa – cruzamos el Círculo Polar Ártico.
De Troms partió la expedición de Amundsen y Nobile al Polo Norte. Es una ciudad que engancha. Construcciones de madera; mar de aguas limpias. Calles solitarias y graznidos de gaviotas en el puerto.

Una chica preciosa: rubia y ojos azules nos atiende con extremada amabilidad. Habla correctamente español. Le pregunto. ¿Cuándo ven el primer rayo de sol después del solsticio de invierno? Me dice que, alrededor del dieciséis, de enero. Preguntón que es uno: ¿y cómo pueden vivir tanto tiempo en la oscuridad? La respuesta me deja sin resuello. ¿y, ustedes cómo pueden vivir con 40º a la sombra?

Alta está en La Laponia noruega. Compro una alfombrilla de piel de reno a unos samis. Tienen una tienda con empalizada y cubierta de pieles. Pago con Visa. Miro al cielo; no veo ni un solo cable. Todo va por comunicaciones de satélite. Nos hospedamos en Honningsvag. Casi al atardecer llegamos a Norkapp…


Leo en el periódico: “Una campaña para salvar el Ártico”. Piden firmas y adhesiones. En los últimos 30 años hemos perdido tres cuartas partes de la capa de hielo flotante de la cima de la Tierra. Se me agolpan los recuerdos en esta noche de invierno… ¿Dónde hay que firmar para salvar aquello?

1 comentario:

  1. La campaña de firmas para salvar el Ártico Pepe, - a la que ya me sumé - me recuerdan, sin embargo, una leyenda que me impactó en la infancia. Decía, que San Agustín paseaba por la orilla del mar, intentado entender la realidad de Dios, y encontró un niño que, según le dijo, pretendía trasvasar con una pequeña pala, todo el mar a un agujero en la orilla. Al advertirle el santo que eso jamás lo lograría, el niño contestó, que antes conseguiría su objetivo, que él pudiese entender la realidad de Dios... La campaña de firmas para salvar el Ártico, querido amigo, me recuerda mucho, a la pala del niño...

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