viernes, 4 de septiembre de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rosas

Giovanni  Calone era un muchacho napolitano nacido en una familia pobre. Eso, en la Campania, no es ninguna novedad. Emigrante, como muchos, a Estados Unidos; tampoco. Inicia una carrera musical. Vuelve. Cambia de nombre. Se llama ya Massimo Ranieri…

Tenía cara de seminarista sabiondo. Ganó la Canzoníssima de la RAI. “Rosas Rojas”, lo lanza. Es una estrella mundial. “Rosas rojas a ti  - la traducción no es una preciosidad precisamente; la canción, sí – he comprado esta noche y tu sabes muy bien lo que quiero de ti.” Era el año 1969. ¡Ay, si hablasen los guatequetes de los domingos por la tarde…!

Fuad Jorge Jury, o sea Leonardo Favio, nació en la provincia de Mendoza. Argentino inquieto. Se va a Buenos Aires. ¿Resultado?: sale uno de los grandes del cine argentino…

Nos contó y cantó – porque era un grandísimo cantante de baladas, también – que un día cortó una flor, y que llovía, y que se iría, con su amor por la calles vacías, y le diría muchas cosas bonitas y las calles vacías sabrían de besos y charlas de amor y, …“cuando llegues mi amor / te diré tantas cosas / o quizá simplemente te regale una rosa…”

“Te llegará una rosa – anunciaba Alberto Cortez -  cada día, / que medie entre los dos una distancia, / y será tu silente compañía…” Chicarrón con voz de estibador cambió los aires porteños por los del Guadarrama, y habló de un árbol plantado y de un abuelo que añoraba la tierra perdida y de las nostalgias y del vacío que dejan los amigos que  se van.


Joan Manuel Serrat se refugió en Camprodón. Cantó historias tiernas, preciosas. Eran unos  viejos amantes que ya tenían los cabellos blancos y se agarraban de las manos y se preguntaban “¿estás bien?” “I per Sant Jordi ell li compra una rosa, / embulicada en paper de plata…” y un libro, y no se le olvidaba nunca. Rosas, rosas, rosas…

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