miércoles, 9 de septiembre de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Chamberi

El paso del tiempo ha cambiado muchas cosas. El barrio, Chamberi,  hoy tiene más de literatura y recuerdo en la voz de Nati Mistral que embrujo. Barrio emblemático; residencia de aristócratas. Mucho del Madrid de ayer. Historia a pedir de mano en sus calles, en sus monumentos, en su presencia diaria.

 En él vivieron toreros – Domingo Ortega o Marcial Lalanda – hombres de la nobleza; poetas de la talla de Miguel Hernández - en la calle Vallehermoso, en la linde con Cuatro Caminos - , cuando escribió ‘El rayo que no cesa’- o un embajador ‘alemán que nació en el barrio’: Guido Brunner.

Este hombre acuñó un vocablo al que todavía no le ha dado definición el Diccionario – ese que el maestro Barbeito, y yo lo sigo a pie juntillas - pedimos como libro de texto único y universal en todas las escuelas. A lo que iba. El vocablo es “convoluto”. Tiene mucho que ver con eso tan de moda en los tiempos actuales: corrupción. Pero, eso para otro día.

El barrio goza de las sombras de los plátanos ahora que el verano apunta a final. Se siente la brisa de la mañana en la cara. Han reciclado monumentos; los han adaptado a los tiempos. En el palacio de los marqueses de Bermejillos despacha el Defensor del Pueblo; en el de Maura, Cruz Roja; en el de Maudes, la Consejería de Transportes…

Plazas con encanto: la propia de Chamberi con recuerdo y homenaje a la actriz  Loreto Prado en obra de Benlliure o en la de Olavide con sabor parisino; iglesias de raigambre en Eduardo Dato, con San Fermín de los Navarros o la Milagrosa cuna de la fundación  del Opus Dei.

La gente menuda juega con la tierra del parque. No hay que remontarse a Darwin para saber que sí, que es verdad, que nosotros descendemos del mono y el mono del árbol y los niños… de los artilugios que ha puesto el ayuntamiento. Pasa la mañana…

-          Abuelo ¿nos vamos?

-          Vale. ¿Adónde quieres que vayamos?


-          A comprar pegatinas de Mickey…

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