sábado, 1 de agosto de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Epi

El alcalde de mi pueblo es un tío relativamente joven. De izquierdas. Mira por Álora hasta cuando está dormido y como dice una amiga común, “éste, por su pueblo, es capaz de acostarse con quien sea”. Inicia la cuarta legislatura. Las urnas han dicho que con mayoría absoluta.

A lo que iba. Ni corto ni perezoso le ha puesto una carta a su homóloga de Barcelona, Ada Colau. Le pide la cesión temporal del busto del Rey Juan Carlos I que ha bajado del pedestal en el ayuntamiento de Barcelona.

Epi – José Sánchez Moreno, en el cané de identidad – como lo conoce todo el mundo, además, le ha invitado a venir para que conozca el entorno y el Caminito del Rey en plena efervescencia de promoción nacional e internacional y que sería el objeto del busto en cuestión.

El Caminito del Rey es una obra excepcional. Un pasadizo transcurre entre montañas en el Desfiladero de los Gaitanes. Ha estado abandonado y cayéndose a pedazos durante mucho tiempo. El acuerdo entre las distintas administraciones - ¿ven?, a veces las cosas hasta son posibles - ha hecho que se reconstruya.

Un hervidero de gente acude a diario. No hay nada más llamativo que lo gratis y lo prohibido. No se paga y se limitan las entradas: por seguridad, por capacidad o porque haga viento. Casi hay tortazos por entrar y pasarlo. Y entre los pueblos colindantes, crece el gusanillo a ver quién se adjudica la propiedad o tonterías por el estilo. Cuando todos juntos… pero, esos son otros lópeces.


La señora Colau no se dignará ni contestarle. Sería detalle de buena gusto y como eso no se vende en la botica… Pues bien, la prensa nacional se ha hecho eco de la noticia – de la petición, de lo otro, de la no respuesta, no. Eso no es noticia – y Epi ha vendido su pueblo con el solo coste… de una carta. ¡Chapeau, Sr. Alcalde!

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