lunes, 13 de julio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alora cubista

Nunca, que se sepa, Pablo Ruiz Picasso estuvo en Álora. Si vino por aquí debió ser cuando aún era muy niño. Tan niño que en su alma de genio se amontonarían las sensaciones a las que, pasado el tiempo, él llevaría a los caminos del arte.

Picasso se fue de Málaga cuando la adolescencia comenzaba a dejarse sentir y el salto fue enorme. Cambió el azul del Mediterráneo por la otra punta del mapa, o sea a Galicia y, después de pasar por un puñado de sitios, se dejó caer por Francia.

Rompió muchos moldes. No es el sitio de analizar los diferentes momentos por los que pasó el artista. Ni ver qué ciudad, si Barcelona, Coruña, París o Málaga dejaron su impronta de una manera más acusada o si fueron todas a la vez.

Viene todo esto a cuento porque Felipe Aranda acaba de publicar una foto que podría encuadrarse dentro del cubismo, pero del cubismo en la arquitectura popular y que nace de la mano del pueblo llano, sin escuadra ni cartabón ni siguiendo las directrices de ninguna moda o de una tendencia predeterminada.

El cubismo nació en Paris de la mano de Picasso y de Juan Gris. “Las señoritas de Avignon’ – la famosa calle del barrio de vida alegre de Barcelona – y no la ciudad del destierro de los papas en tierras francesas, es la obra que marca el cambio de tendencia en la obra del genio. Que por cierto era de izquierdas y un gran amante de los toros, a ver cómo le ponemos ahora al niño.

El cubismo rompe con todo lo tradicional y juega con las figuras geométricas como esparcidas a boleo, a capricho del artista que tiene una nueva concepción del espacio, de las formas y de su ubicación en el tiempo. La perspectiva es otra; el espectador se integra y forma parte sin que su sola presencia sea algo estentóreo o fuera de sitio.


Probablemente nunca sepa esta parte del Barranco que formará parte de una Álora cubista o lo que lo mismo, una Álora integrada, sin ella mismo saberlo, en una de las grandes corrientes del arte nacido a principios del siglo XX y que hoy han venido porque un fotógrafo – otro artista – la ha visto y nos la ha regalado.

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