miércoles, 3 de junio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Corpus

Tenía el calendario cristiano fechas que, inexorablemente, se cumplían una tras otra, y así vencían Pascua, Quasimodo, Ascensión, Pentecostés…, y jalonaban los días de una primavera florida que, de alguna u otra manera, hablaban de una Cristología en todo el occidente católico.

El Corpus – el Corpus Christi – era la culminación. Del  Corpus adelante ya era verano. Espigados los trigos pedían siega y luego barcina y luego la era. Pan para todo el año. “De segar de los sembrados / ya vienen los segadores / de beber agua de pozo / todo llena de gusanos”, cantaba el folclore popular.

Granadas las parras, los racimos eran muestras de un vino que estaba por venir y vendría cuando el otoño llamase a la puerta. Vino y Sangre de Cristo. “Con pan y vino se anda el camino”.

El refranero en cada pueblo jugaba con las fechas a su modo y entender: “Quien quiera pollos en el Día del Señor que los eche en la Ascensión”, o aquel otro más del Lugar que me enseñó el entrañable, querido y añorado Pepe Rosas: “El Hijo las trae; la Madre se las lleva”. Pepe se refería a dormir la siesta.

Del Corpus adelante las horas plenas de sol a partir de las dos de la tarde solo invitan a una cosa: a dormir la siesta. El adorable vicio de los españoles. Eso que tanto vilipendian quienes no pueden dormir “la canóniga”. Pasada la festividad  de la Virgen de Flores, o sea el ocho de septiembre, ya cambia el tiempo. No hace frío pero ese refrescar de por las tardes…

Hoy es Corpus Christi, uno de los tres jueves que relucen más que el sol. “Hay tres jueves en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión”. Toledo, Sevilla y Granada, voltearán las campanas en sus catedrales; hoy tienen día grande; en otras ciudades se traslada al domingo próximo.

Cantemos al Amor de los Amores, cantemos al Señor o aquella otra letra del Congreso Eucarístico de Barcelona: Como estás mi Señor en el Sagrario y en  la Custodia igual que la palmera que alegra el arenal, y luego hablaba de deseos y  de paz  y de vida y de esas cosas que, a lo mejor en los tiempos que corren, ya no se llevan…

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