martes, 30 de junio de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. España cañí

Tsipras baila solo – acompañado de sus mariachis en la sombra - un Sirtaki de mucho peligro que puede terminar en muerte en una playa de arenas ardientes. El mar azul sigue donde siempre; las islas esperan que pase el barco de Ulises camino de Ítaca  en el Jónico y él va a los suyo. Enfrente, las olas, que ni son espumas ni son de nácar, anuncian otras cosas.

Achicharra el sol en estos días de un verano de fuego. España revive horas de asueto en sus noches. Tiene la mosca detrás de la oreja. Entre una luna espléndida y bebidas refrescantes afloran obras clásicas del teatro de siempre. Del nuestro. Aquel que escribieron Lope, Calderón, Tirso y compañeros mártires.

Se sabe que Grecia fue cuna de la Democracia, del teatro clásico pero ¿del cuento? Por las señas que trae el viento parece que también. No es el siglo de Pericles el que nos alumbra ni hay obras de bellezas deslumbradoras. Como que no.

“Que de noche le mataron al caballero / la gloria de Medina  / la flor de Olmendo”. Decían n los versillos que corrían por el pueblo  y que Lope llevó a las tablas: («Sombras le avisaron / que no saliese / y le aconsejaron que no se fuese»).

No sé si  a este  mocetón ateniense con la formación de ingeniero y metido a redentor político alguien le ha avisado de los peligros de la noche y de las intrigas que urde el amor entre quien pueda verse despechado. Él formación para saberlo tiene; capacidad para rectificar, también.

También tienen formación los mariachis de aquí pero ya se sabe entre estómagos llenos y agradecidos (solo hay que echar un vistazo por el patio) y un gobierno tentón y pusilánime están empeñados que, también, nosotros hagamos cualquier noche el mismo camino que hizo aquel caballero con oídos taponados para no escuchar lo que le decían.


Podemos cambiar el Sirtaki – que por cierto, no es una danza tradicional sino una creación de Mikis Theodoraquis – por la ‘España cañí’, de Marquina. Ojalá las plazas de españolas se llenen de pasodobles, sonrisas y gente con gana de juerga – de juerga de la güeña - claro. ¡Ojalá!

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