sábado, 18 de abril de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El puerto

¿Te acuerdas? Llegamos a Cangas de Onís por el Cares. Era una mañana luminosa de verano. El monumento a don Pelayo estaba casi enterrado en rosas rojas, amarillas, blancas, anaranjadas… 

Anduvimos por las calles y, luego fuimos a ver la Cruz de Asturias que pendía del puente que dicen que es romano pero que no es romano ni ná…Bromas aparte, los que saben dicen que es un puente medieval.

Entramos en la tienda aquella. Estaban a punto de cerrar. Nos preguntaron si queríamos algo y le dijimos que sí. Compramos unas baratijas. Algo de poco valor y menos dinero y fue cuando, después de pagar  y de preguntarnos cuándo nos íbamos, la señora nos sorprendió:

-          ¿Tendrían inconveniente en que esta noche cuando cierre la tienda mi marido y yo les invitemos a una botella de sidra?

Nos quedamos sin palabras. Preguntamos a qué se debía el…

-          Porque ustedes han sido los únicos de todos lo que ha pasado esta mañana por la tienda que no nos han pedido descuento.

Y fuimos aquella noche a la sidrería y tomamos una botella, y otra, y otra…Y fue de esas noches que no se olvidan y la culminamos con un postre de “Peña Santa”. Un souflé de helado que estaba riquísimo. Era tanto que la glotonería se resistía a dejarlo allí pero imperó la cordura.

A la mañana siguiente subimos por el Sella. El desfiladero se estrechaba; la vegetación llegaba  la lengua del agua. El agua era clara, limpia, pura, saltarina. No sé qué  más adjetivos se me venían a la cabeza para aprehender tanta belleza como la que se abría ante nuestros ojos.

Y fue entonces cuando tú me dijiste que aquello era un paisaje propio de Carlos de Haes pero ninguno de los sabíamos si Carlos de Haes habría estado por allí alguna vez en su vida. Y…


Se sucedían las curvas. Carretera estrecha. Muy estrecha. Y me pediste concentración en lo que estaba haciendo y pasamos de largo por Oseja de Sajambre y llegamos a lo coronación del puerto y un letrero decía: Puerto del Pontón 1280 metros. Caía el orvallo. 

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