domingo, 12 de abril de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Tajo y (III)

Nace en el Tajo en Fuente García, cerca de Frías de Albarracín en los Montes Universales de la  Serranía de Cuenca; otros, le buscan cuna un poco más allá. No importa. Nace humilde, casi pidiendo disculpas; luego se echa a andar por parajes bellísimos y únicos.

El río Cuervo nace en la Muela de San Felipe. El paraje es único, va al Guadiela que es afluente del Tajo. Las cosas de la vida. Quien naciendo humilde llega a ser de gran importancia; quien teniéndolo todo, acaba en el más grande de los anonimatos, o sea en la nada.

El Tajo es consustancial a Toledo. El uno y el otro se dan la mano. Describe el río una hoz profunda y pronunciada. Garganta milenaria por la que llegaron a la ciudad aires nuevos o por donde se fueron en busca de otros mundos.

El Puente de Alcántara (hay otro, con el mismo nombre, pero está muchos kilómetros más abajo cuando casi ya se llega a Portugal) se agarra fuerte a las dos laderas. Campo y ciudad. Campo de cigarrales retamas, encinas y olivos escuálidos; ciudad que acuna cultura de siglos.

Desde la lejanía se le ve llegar manso, como quien quiere porque le es obligatorio la reverencia; luego bordea y se pierde camino de otras tierras donde el adobe se hará alfarero en Talavera o en Puente del Arzobispo, que debió ser un señor muy importante, por lo del nombre del pueblo. La historia dice que se llamó en vida Pedro Tenorio y fue arzobispo de Toledo…

Cuando cae la noche el silencio se adueña de Toledo. Del Tajo sube un rumor que ya no tiene el encanto de la poesía de Garcilaso. El río no está del todo limpio. Se han empeñado en quitarle la poesía de las aguas ‘nemorosas’.


Va camino del Atlántico. Cruza por tierras muy despobladas aunque con mucha historia en sus entrañas. En ellas desde tiempo inmemorial el hombre dio en llenar su existencia con eso que damos en llamar su propia vida. Y yo, también,  sigo mi  camino…

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