jueves, 19 de febrero de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Olores

“Parece que es la hora, y no es la hora./ Parece que está todo…y algo falta…” Así comenzaba, mi Maestro, Antonio García Barbeito, su pregón de Semana Santa. Sevilla, año de Gracia de Nuestro Señor de 2010.

Mi amigo Miguel José Ruiz olía ayer a incienso mañanero de Miércoles de Ceniza. Arranque de  Cuaresma. Cielo de nubes. Ojalá no llueva, decían entre sí, dos mujeres, “porque si hoy llueve, tenemos cuarenta días de aguas…”

Olor a alcanfores y naftalina; olor a humedades en los templos; olor a Cristos bajados de las cruces y a Dolorosas, y a tronos, y a cera y a niñas guapas sacando brillo a las alpacas plateadas para que se luzca Ella, cuando la noche del Viernes Santo, baje por la calle Ancha desde su templo…

Vienen - porque las marchas también huelen - olores de ‘Campanilleros’ y de ‘Estrella Sublime’ y de ‘Madrugá’ y de ‘A ti Manué’ y de ‘Hermanos Costaleros’ y de don Abel Moreno y de don Perfecto Artola y de…

Huele a torrijas con leche y miel; huele a capirotes de estreno; huele a túnica nuevas;  y a nietos sobre los hombros, porque sube el Huerto por Camino Nuevo; huele a Cuaresma y a ropa de estreno porque “quien no estrena el Domingo de Ramos…”

Cuarenta días, como cuarenta lirios morados para el Nazareno, como cuarenta ojos que tendrán mis amigos Pedro Macías y Felipe Aranda y Pedro Pérez y Paco Mancera…y tantos y tantos que, detrás de un objetivo buscan, siendo siempre igual, algo indefectible nuevo.

Y, con su foto vendrá, también, el olor de la esquina aquella, y de la mantilla de la niña de estreno, y de la lágrima, ¡ay, Señor, de los Tormentos!, mis lágrimas y yo, y las nuestras, y la de todos, y las de la estrellas que nos miran… Ustedes me entienden.


Maestro, es verdad: “Parece que es la hora, y no es la hora. / Parece que está todo… y algo falta…” Cuarenta días; solo un suspiro de tiempo. Sufrimiento, pasión, espera. O sea, Cuaresma.

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