jueves, 26 de febrero de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. En el tren

                                          

El tren salió de Sevilla – Santa Justa- a esa hora en que el sol se pulsea con el horizonte y siempre pierde la luz. Dejó atrás la ciudad. Casas apiñadas; pintadas en las tapias que las separan de la vía. Dejan sus firmas grafiteros aspirantes a artistas…

Mi compañero de asiento, Miguel Ángel, lee “Mi primera palabra” Un rato antes se lo había regalado Barbeito. Con el rabillo del ojo le echo una visual. “… Ya sé que pasó, / Y que habrá que dejarlo con las cosas / que no tienen retorno”.

Entorno los ojos. Me pregunto. ¿A quién irían dedicados aquellos versos? Los poetas, que  son buenos, no dan puntadas si hilos. Van de su sensibilidad a otros sentimientos. Las palabras son dardos certeros. Tienen un destino. Desconozco si se produjo el encuentro.

El tren surca campos ubérrimos. Estas llanuras aluviales del Guadalquivir están labradas con primor, con mimo, con esmero. Alineados los naranjos son pinceladas verdes, mariposas de copas redondas en un descanso del camino. Otros campos están limpios. Esperan otras sementeras.

El tren va veloz.  “… Y se llenan de árboles y pájaros / las riberas de mi pensamiento”. Parece que el Maestro escribe sentado a mi lado. Sobrevuelan y aprovechan las corrientes térmicas dos cigüeñas en el cielo  “azul y plácido” que diría Juan Ramón. Mece los cañaverales el viento.

Pasan, como en sentido contrario, pueblos blancos. Tienen campanarios esbeltos. Y sus sueños.  Está apiñado el caserío. No da tiempo de leer sus nombres. Son casi todos pueblos del mismo apellido, ‘del Río”: Lora, Palma, Almodóvar y, el que no, Peñaflor. Todos tienen nombre bellísimos. Hay un castillo y banderas ondeando y casas blancas y la sierra y, allá, a lo lejos, el río del agua, el Guadalquivir, el Río…


Mi compañero sigue en su lectura. Pirateo otra vez: “Suspiro hondamente. Y mi soledad / pregunta por tu nombre a cada hueco.” La megafonía interior me devuelve a la realidad: “Próxima parada: Córdoba Central. Señores viajeros les agradecemos…. “Y yo sonrío – sigo leyendo – y te digo: ¡Que te quiero!”

No hay comentarios:

Publicar un comentario