martes, 6 de enero de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nostalgia

                                               

Y, después de las fiestas viene una nostalgia como una estela larga que sigue al barco que hace la singladura. Alguien dijo que la vida es una escalera se sube peldaño a peldaño. A mí me gusta más lo de la travesía, aunque en ocasiones, tenga aguas muy encrespadas.

Las  figuritas del Nacimiento vuelven dóciles a sus cajas de cartón. Serán unos meses, porque para diciembre sólo faltan unos meses, de silencio forzado en la penumbra del armario. Cuando en verano, por algún motivo, se nos viene a las manos una de esas cajas, los pastores parece que son de otro mundo.

Los escolares vuelven a las aulas. Pajarillos libres que pierden eso tan bonito como la libertad en vacaciones. Vuelven los madrugones impuestos por los horarios, y eso que se llaman ‘deberes’. Los parques mañaneros se quedan sin niños que juegan al sol.

 Y el ruido de las casas y el desorden ‘ordenado’ de chimeneas ardiendo, de mesas fuera de su sitio, de sillas descolocadas…, de pascueros con flores – mejor, hojas – marchitas porque la temperatura de estos días no es la misma que tuvieron en el invernadero. Todo da la impresión de que por aquí se celebró una batalla y, además, perdimos la guerra.

La luna de enero está radiante. Ya ha iniciado el cuarto menguante. Ya es tiempo de gatos en celo, de podas de rosales, vides y jazmines. Afloran con mucho trabajo las sementeras. No llueve; no quiere llover y el campo pide agua para los pozos, para los veneros y para la tierra.

Un hálito de tristeza parece que se ha echado a la calle. Los hombres que pusieron las luces que llenaban las noches de puntitos de colores se llevan las bombillas. Recogen los artilugios que nos engañaban con árboles que no eran de verdad y con letreros de mensajes de felicidad.


No sé porqué desiertos van los camellos de vuelta. Despojados de alforjas y cajas de oropel, ahora, caminan más ligeros. Saben - porque los Reyes lo saben todo - que dejaron a muchos la ilusión del reencuentro de los volvieron a casa, y el libro deseado y esas cosas pequeñas, que siendo como son, lo llenan todo.

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