domingo, 28 de diciembre de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Els vells amants

                                               

“Sus cabellos que el tiempo ha vuelto blancos /  sus manos nerviosas y arrugadas /  y un poco triste  la mirada….” Cantaba Serrat cuando éramos jóvenes y pensábamos que la vejez estaba muy lejos. Tan lejos que nunca vislumbramos que algún día tú y yo seríamos unos viejos amantes.

Tus carnes eran prietas; tu mirada buscaba lo lejano. Tus ojos, ¡ay, tus ojos! Miraban desde lo más hondo con esa profundidad que solo encierran quienes llevan mucho por dentro y tienen el deseo y la necesidad de entregarlo a quien lo reclama en silencio, a quien aguarda cada amanecer que venga el día y cada crepúsculo que llegue la noche.

Tu paso era firme y seguro. Tu caminar erguido.  Hacías frente a los vientos y no tenías miedo a nada ni a nadie. Capeaste temporales y lluvias. Saliste adelante y yo, yo, siempre iba de tu mano. Asido como el niño que busca la seguridad junto a ti.

Se han quedado un poco ancladas en el tiempo las rosas de abril. ¿Te acuerdas, aquello de “per Sant Jordi ell li compra una rosa / embolicada amb paper de plata”? Porque nunca te faltaron las rosas en abril - lo del libro es otra cosa - ni las calores del verano.

Fíjate lo que son las cosas. Se han quedado antiguas las radios. Han venido otros medios. Las han empujado. Han ocupado sus sitios. Nos han empujado a ti y a mí. Aunque tú me lo has preguntado muchas veces: “estàs be”? Y ya sabes cuál ha sido mi respuesta.

No se ven pero sé que palpitan las estrellas; esas que tú y yo hemos mirado tanto. Están escondidas en la niebla. El viento es gélido. Tú y yo solos. De espaldas a todo. Poco a poco nos soltaremos la punta de los dedos; después, nuestras manos. Te vas… Te vas año de  Gracia de dos mil catorce del Nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo…

No hay comentarios:

Publicar un comentario