jueves, 4 de diciembre de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los cinco magníficos

                                               

Llegaron como a eso de media mañana. Cielo azul y limpio; nubes que pasaban de largo y no se paran; algo de frío porque el aire venía del norte y dice el hombre del tiempo en la televisión que ha nevado y se han puesto blancas algunas sierras lejanas.

No llegaron como los forasteros cuando en el oeste acudían al poblado en medio de llanura y copaban la calle de lado a lado.  No, porque ni son siete como en la película de John Sturges ni tienen nombres ingleses. Son cinco, y de lo más normal: Fulgencio, Antonio, Bartolomé, Sebastián, Rafael…

La letra la pone una amistad de más de cincuenta años; ¿la música?, la música venía de la palabra de los que gozan, ¡y de qué manera con el reencuentro! Porque hay cosas bonitas, hermosas de esas que llenan las horas y hacen que vuele el tiempo.

Nos fuimos, primero, al campo. El capricho de las sombra en El Hacho mostraban algo que podría ser el recuerdo de la esfinge de Gizeh. Eso sí, sin pirámides al fondo. Los granados, casi desnudos por el otoño, dejan una alfombra de hojas doradas por el suelo.

Luego, ‘estación’ de penitencia obligada en El Madrugón: choricillos del infierno…; en el Azahar, Candelaria nos atiende con un surtido de pitufos especiales, únicos. (Si no los ha probado, se lo digo, la tardanza es la mala); en Abilio uno ya no sabe si está dentro o está pegando en la puerta de eso que llaman el ‘séptimo cielo’.

Hablamos de lo divino y de lo que no es divino. De hombres y nombres. De sueños. De cuando para traducir “De senectute” había que hacer dos bandos de Horatios y Curatios. ¡Qué palabrotas! Ahora, en estos tiempos, ya no se lleva eso. 


El sol de la tarde se ha ido camino de otras tierras por el Monte Redondo. Cae el relente, aparecen las primeras estrellas. Las luces en la vega ponen luminarias a voleo. Son antorchas  entre la tierra y el cielo. En el aire, flota el halito de nostalgia que deja el ‘hasta luego’…

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