domingo, 21 de diciembre de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La chica de la falda de cuadros

                       

La chica tiene una estatura más bien bajita; el pelo rizado y unos ojos ni grandes ni pequeños. La chica se abriga con un jersey de color burdeos de cuello de cisne, semivuelto; un gorro de lana gris le cubre la cabeza. Lleva botas de tacón alto. La  falda, de lana a cuadros…

La chica lleva colgado, sobre el hombro izquierdo, un bolso negro. El bolso es de piel; es de alguna tienda cara. Se sostiene por una correa delgada; una hebilla dorada lo pone a la medida. El bolso no sobrepasa la cintura de la chica. En la mano derecha lleva unas bolsas. La chica ha estado esta tarde de compras…

Canta el nombre de los grandes almacenes. Esos que dicen cuándo es primavera  y cuándo llega el otoño y cuándo es tiempo de rebajas y esas cosas. Esos. Ya se sabe, las fechas que vienen, lo que se compró y se devuelve en tiempo, lo que…

Desde la ventana veo como la poca brisa que sopla esta tarde casi no bambolea el pináculo del ciprés del jardín de enfrente. En su espesura juegan los gorriones. ¿A qué puñeta jugaran los gorriones que nunca, como los niños traviesos, se están quietos?

La chica se ha parado delante de un escaparate de teléfonos. Mira, parece que busca algo. No entra. Sigue de largo. La chica parece que no tiene ninguna prisa. ¿Y, si no la espera nadie?  ¿Quién lo sabe?

¡Dios mío que cosa más bonita! Al igual la niña del jersey de cuello de cisne y la falda de cuadros es un ángel que han mandado de arriba para poner un poco de amor por aquí abajo y no nos hemos dado cuenta…


La chica no hace caso a eso que a manera de ruido dice que los peces beben y beben y que si una burra va con no sé qué carga y que la Navidad es blanca y que… Sigue su camino. Va a lo suyo. A mí, algún día, me gustaría tomar un café con la chica de estatura bajita y pelo rizado que esta tarde, a modo de ángel, ha pasado por mi calle…

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