jueves, 13 de noviembre de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Andrés

                                                           

Andrés, Andrés Díaz Calderón,  era bajito y rechoncho; ‘cortao y tronchao’;  ancho de espaldas y brazos robustos como son los brazos de alguien que ha trabajado desde niño. Carnicero, como su padre, cuando dejó la escuela se pegó a él y desde detrás del mostrador tenía toda la habilidad que un buen profesional puede llevar dentro.

Pero Andrés era eso y mucho más. Gran aficionado al flamenco y hombre muy culto. Su apariencia decía lo contrario. Recalcitrante, repetitivo, amartillaba, siempre, sus expresiones. Gracia y sal sin miseria. Mantener una conversación con él era sacar abono para disfrutar de la risa limpia y generosa.

Regresan de un festival de cante del Arahal. Es madrugada, casi apuntando el alba, llegan a Estepa.Toman café; todos hacen acopio de viandas… Andrés, deja que pase el tiempo. No compra nada. Con los pantalones semicaídos se pasea de lado a otro del bar.

-          Andrés y, ¿tú, que le llevas a tu mujer?

-          "Na. Cuatro años, cuatro años".

Toca la lotería, segundo premio de Navidad. Revuelo de periodistas y cámaras… Andrés tiene su negocio en el local contiguo a la Administración de Loterías. Mandil manchado, los brazos en cruz, contempla el revuelo…

-          Y, ¿a usted, le pregunta una chica joven, le ha tocado?

-          Por un número…

-          ¿Por un número? Y llama al compañero de la cámara… “No le ha tocado por un número”, repite.
-          Sí, porque como ha tocado en la casa de arriba…

Uno de sus hijos, de niño, juega con otros amigos en la estructura de un edificio en obras abandonado. Los niños trepan, corren, saltan, se persiguen… El chiquillo da un traspiés y cae desde una altura considerable. Queda inconsciente, inmóvil. Una vecina, desde frente, contempla la escena… Grita, acuden. Diagnóstico: muy grave, doble fractura de cráneo. Corre la noticia…

-          Andrés, que me he enterado del percance…¿cómo está tu niño?

-          “Na. No ha sio na. Esconchaillo, esconchaíllo…”


Andrés se nos fue como se va la gente buena: sin dar un ruido. Lo añoramos, lo recordamos, lo seguimos queriendo… Andrés, donde estés, un abrazo…

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