sábado, 30 de agosto de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El final


                                               

Flota en el aire un no sé qué de melancolía. Decía el Dúo Dinámico que había llegado el final del verano y hablaban de partidas… Dejaba – el verano y tú, digo yo - abierta la puerta para un casi seguro no regreso… Se queda la playa con un hálito de vacío y hasta las gaviotas vuelan de una manera extraña.

 Los que estuvieron en el pueblo (llevamos unos años que la gente quiere mucho a sus abuelos) dejan que los viejos solos encaren los meses que vienen de noches largas y calles solitarias. Se cierran algunas casas; pasará un tiempo sin abrirse las ventanas. No hay risas de niños ni ruidos de trasnochadores…

 Esto – el veraneo, las vacaciones - se acaba. En muchas casas es momento de recogida. Guardamos para el año que viene toallas y bañadores y sillitas plegables y hamacas… y nosotros,  porque el lunes tocan campanas de septiembre, sabemos que la vida sigue. Tiene que seguir.

Ya no es este agosto como aquel donde la felicidad era el roce furtivo de los labios en unos besos en el parque ni ese pellizco del adiós cuando la niña aquella retornaba a la tierra lejana de donde vino y, que estaba tan lejos, tal lejos como está ahora, y había promesas que se rompían cuando el coche había traspuesto la segunda curva de la carretera.

Sigue Venecia sin ti. ¡Qué profunda emoción, que tristeza  sin fin! Lo decía Charles Aznavour y nosotros que, nunca habíamos estado en Venecia, sabíamos que Venecia, efectivamente, era distinta sin ti. Había góndolas por los canales y gondoleros que cantaban…

Hervé Vilard nos dijo que Capri c’est fini… Tampoco habíamos estado nunca en Capri,  ni casi sabíamos dónde estaba aquella isla de amor pero sabíamos que en medio de la mar azul – y si no era en medio fue en la playa donde venían a dar las olas – donde nació un amor de ensueño. ¿Por qué el amor siempre tiene tanto de sueño?


Ya ven algunos se ponen tristes porque viene el regreso. Marie Laforet, Adamo, Raphael… y tantos otros formaron parte, con sus canciones, de aquellos veranos. La melancolía, también, invade a los que no hacemos las maletas.

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