lunes, 25 de agosto de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Fuentarriba


                                

No. No es fiesta. Aunque lo parezca. Si llegas a la Fuentarriba a cualquier hora de la mañana la plaza está abarrotada, pero no es fiesta. Están de cháchara.  Y, si es lunes, ni te cuento.

La Fuentarriba, según la hora, tiene su público.

Temprano, los que trabajan, los madrugadores. Por cierto, lo mejor es que tomes una manzanilla, de El Hacho, claro, en “El Madrugón”. Un chorreón de limón le irá bien. Limpia la resaca de la noche anterior y predispone el cuerpo para aceptar lo que venga. Además, tendrás gratis el periódico verbal del pueblo.

A media mañana no se cabe. Párate a escuchar lo que hablan: del cura, del gobierno, del tiempo.

Al medio día, en otro tiempo, cuando aún tenía taberna Tito Pepe o al bar de Salvador se le llamaba Café Central, se hablaba, - ahora, también – del gobierno, del tiempo o del cura.

La velada es diferente según la estación. Se acude antes o después de la siesta. Cambian los temas y, entonces y ahora - ¿cómo no?- se habla del tiempo, del cura o del gobierno.

La Fuentarriba, aunque te parezca raro, debe su existencia a una guerra y su nombre a la competencia  que, antaño, ejercía con la fuente que había en la Plaza Baja que todavía no se llamaba de “la Despedía”.

Eran fuentes con carisma. Las demás, de segunda. Verás; lo de la guerra – si es que alguna vez las guerras pueden traer algo bueno – fue que había que aprovechar el solar dejado por el Convento – Beaterio de la Concepción – de las monjas.

La gente se agolpa en el cuello de botella que da acceso a la plaza: ¿por el sol?, ¿por los coches? ¿por el gusto de estar apretujados? ¿por todas las cosas a la vez?

En la Fuentarriba, pregunta, si encuentras quien te lo explique, por el “Cristo del Marcelo” y por la calle Encinasola que antes se llamó calle Rosales, por la capilla del Santo Cristo del Portal…


Si entras en El Madrugón, dile a Manolo que vas de mi parte y si vas a donde Salvador (Juani, su dueño, aún no ha creído oportuno  poner el nombre en la puerta. Ya sabes, obra nueva y esas cosas) pídele a Babi, su mujer, que es mi prima, que te haga un arroz; es lo mejor que se hace en el pueblo…

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