jueves, 5 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Drammen

                                               

Le prometo que hasta ayer tarde desconocía la existencia de una ciudad con ese nombre. Cuando lo supe, les digo que me fui al mapa –“san google” todo lo sabe - y me informe de cosas relativas para poder escribir estas líneas.

Todo vino porque mi amigo Salvador - Salvador Postigo - me vio conectado a internet y hablamos un rato. Supe que por mor de la dichosa crisis el hombre se las anda por ese país de mucho frío, mantequilla y ahumados (incluido el salmón) buscándose la vida.

No cabe duda que la gran revolución de estos días son las comunicaciones. Internet ha terminado con las fronteras. Cabe la comunicación con cualquier punto del mundo en cualquier momento… Estamos ante una nueva. Rompe convencionalismos.

A lo que iba. Salvador antes anduvo por Oslo; luego por Bag y ahora, por Drammen. A poco más de cuarenta kilómetros de la capital, con bastante frío en invierno y con temperaturas frescas, fresquitas los otros meses…

Lo que más tiene, por la cercanía del solsticio de verano, es luz. No anochece casi; en invierno, por el contrario, son penumbras, todo penumbras… ¡Las cosas de la geofrafía y de eso que llaman inclinación del eje de la Tierra! Mientras escribo escucho, de fondo a Peer Gynt del más universal de los noruegos: Grieg.

Hace unos años viajábamos camino del Cabo Norte. En Tromson encontramos a alguien que hablaba español. Nos dijeron que ven el primer rayo de luz a mediados de enero. Pregunté – que es la única manera de saber – cómo se puede vivir con tanta oscuridad. “Y, ¿ustedes, con 40º  a la sombra”? Queda claro: donde las dan, las toman.

Drammen está cercana a un fiordo.  Penetra el mar en la tierra, con mucha profundidad y según qué tiempo, se le hielan las aguas. Drammen tiene un importante puerto por el que salen y entran mercancías.


En Drammen está mi amigo Salvador, solo y con problemas de comunicación. Me acuerdo de él. De aquellos día de escuela, que para nosotros no fue aborrecida con la veía don Antonio Machado. Le escribo estas líneas. Entorno los ojos. Sigo escuchando a Grieg y sueño otros paisajes. El mundo es un pañuelo.

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