jueves, 3 de abril de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Donde se acurruca el tiempo

La postal. La vieja postal. La ha colgado Marisa Zamudio en facebook. La escena, entrañable, recordada, única, irrepetible… Todo lo que ustedes quieran y algo más. Es la calle Negrillos, o lo que es lo mismo: donde se acurruca el tiempo. La calle Negrillos, de entonces. Sabor a pueblo y a cal; sabor a esencia. Una mujer mayor hace pleita al sol…

La calzada de la calle – reverbera la luz en las fachadas – limita al norte con el cielo azul; al este con el alero de un tejado; al oeste – no muestra el oeste, pero seguro que es con la fantasía y el ensueño-; al sur,  con  los almendros nevados en lo crudo del invierno y el castillo…. Las Torres donde durmieron tantos sueños.

Macetas de geranios bordean los filos: azules, amarillas, verdes, rojas… La mujer enlutada no mira a nada ni a nadie. Va a los suyo. Va de sus soledades a su tiempo. La pleita fue parte del ‘pan nuestro de cada día’. El jornal escaso ni llegaba ni daba para más. Las mujeres - siempre las mujeres -  imprescindibles.

Se escalonan las calzadas. Se apoya una en la otra. Como se apoyan los años, como se sobreponen los días.  Modesto el cableado del tendido eléctrico; soberbio el paisaje. El cielo limpio, el verdor del Pecho de las Torres, la generosidad blanca de tanta cal – cal de calera...

Tejados de dos aguas; tejas moriscas, perfectamente, ensambladas; en las fachadas, la puerta de la casa, y una, o dos ventanas. No había para más. Pequeñas, sin exceso, sin rejería ni balconada;  con mucho misterio dentro, tanto que a uno – de niño lo asustaban con ‘Marquita la del diablo’ - se le antoja que por alguna de ellas podría aparecer en cualquier momento la niña aquella…

Pinceladas de primor. No es una calle cualquiera. Todo en ella es suelo y cielo… Van y vienen, suben o bajan – da lo mismo-. Por allí, un día, se perdieron, los recuerdos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario