martes, 22 de abril de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El síndrome de Stendhal


 Era sobre la mediación del primer cuarto del XIX, 1817. Stendhal sale de la Santa Croce. Había llegado a Florencia en un recorrido de ‘arte’ desde Milán y camino de Nápoles. Siente tal sensación que cree que sufre un desfallecimiento. Le puede el arte y la belleza a la capacidad de aguante de su organismo. Años después, a eso se le llama ‘síndrome de Stendhal’.

Llovió ayer con fuerza. Limpió la atmósfera de ese polvo suspendido que dicen que había venido, hace unos días, del desierto. Ha amanecido un día diáfano, claro y azul. Un día puro sin contaminar aún. El sol abrió puerta – ex oriente lux-  por el Cerro de la Fiscala… Está la naturaleza como sólo puede estarlo una mañana de abril.

Mi amigo José María publica que hoy, 22 de abril, la gente de bien celebra el día de la Pacha Mama o lo que es lo mismo, el día de la Madre Tierra. No sabemos por cuánto tiempo y ni qué dejaremos a los que vienen detrás. Lo tienen un poco difícil.

 La tierra, saldrá adelante, a pesar de los pobladores que la tenemos por nuestra en estos años, cortos en tiempo, pero extensísimos en capacidad de destrucción. Sólo hay que acercarse a la orilla de cualquier río…

Otro amigo, Barbeito, en su artículo diario dice que ya no caben más sinvergüenzas en esta bendita tierra, es decir, Andalucía, donde Josefina Carabias se preguntaba qué tenía para que los geranios floreciesen sin que nadie les haga nada…

Seguir leyendo periódicos es echar borrones de tinta – como aquella que había en los tinteros de porcelana en los pupitres bipersonales de la inmunda escuela – sobre un papel inmaculado y limpio.

Me quedo con el síndrome. Al ir esta mañana a la panadería por la calle se olía a pan caliente y por el aire venía la brisa tempranera. Acababan de poner las calles; la luz se abría paso…¿será el síndrome?  

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