martes, 4 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Jarinea

                                               

‘Jarineaba’; después, llovió. Esa ‘jarinilla’ le saca un palmo al orballo y, al sirimiri, dos.  En la lejanía parece bruma; de cerca, gotitas de agua. Si se abre el paraguas, es un estorbo más en las manos; si no, uno se moja… Baja del cielo, a modo de vapor, suave, lentamente. La ciudad toma  aspecto de fantasma. Flotan los árboles, las casas, los que pasan por la calle…

Cuando ‘jarinea’, la gente de los pueblos no salimos al campo; los del campo se quedan en la casa. Me decía un amigo que, cuando se presentaba el tiempo así, se sentaba en la chimenea,  un buen candelorio llameando, y aprovechaba  el rato  repasando sus cuentas. Ordenada que debía tener  la contabilidad…

Las brujas, esos días, se toman el monte, por suyo. Por allí no va nadie. Los pajarillos se esconden y salen lo preciso. Tienen un misterio especial, encanto,  algo que hace que sean especiales, distintos a los otros. Mañana cuando salga el sol el campo tendrá cara de un niño recién peinado. Vamos. Estará precioso.

Dice el periódico que vuelve otro temporal. Azota el Cantábrico. Antes, a esos temporales, por allí, se le llamaba ‘galerna’. Pero como casi todo cambia, los que saben de estas cosas dicen que la confluencia de no sé qué factores originan una  ‘ciclogénesis explosiva’. A las borrascas que, antes, entraban por Cádiz, o sea, temporales, ahora se les conoce como ‘corrientes en chorro’.

Tragedias aparte. Las imágenes de hace unos días cuando los chavales se fueron a dar el paseo en bicicleta y, otros, a ver cómo van y vienen las olas, dejan claro lo osada y temeraria que es la gente, y cuánta imprudencia llevamos de compañía.


Ya se sabe: ‘jarineo’, orballo, sirimiri. Vientos huracanados, campos blancos de nieve y, alguna cigüeña adelantada por espadañas y campanarios. Lo que ustedes quieran. Este tiempo tiene magia. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario