sábado, 15 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¡Qué no daría yo...!

                                               

Abro, eso nuevo que se llama facebook. Un día llegó a nuestras vidas. Se metió a la chita callando y nos enganchó. Y ya, como la gente es, cómo es, ha hecho sus chistes y todo… “Hasta que facebook nos separe”, dicen…

A lo que iba. Felipe Aranda - un pedazo de artista escondido detrás de una máquina de fotos - ha colgado algo precioso: la campana grande de la iglesia. Por la ventana del campanario, al fondo, el Barranco y, más arriba, Las Torres de cómo eran antes…

Le digo que es foto para enmarcarla y poner debajo los versos de Rosalía: “Campana de mi lugar / tú me quieres bien de veras / cantaste cuando nací / llorarás cuando me muera”. Y, dice Felipe, que su son, debió de lo primero que llegó a sus oídos, cuando  entraba por la ventana de su casa…

Sigo la marcha. Un video de Yoli. Un torrente de arte se le escapa por la garganta;  en la Peña Flamenca lo da, a raudales; a la guitarra. Emilio Cortés. Desde que la retomó - a la Peña - Jazmín ha hecho un encuentro de artistas que ofrecen lo mejor de lo que llevan dentro.

Es un lamento que corta el aire, un  quejío rasgado; letra de Perales y reminiscencias de Rocío. Se pregunta, la pregunta sin respuesta.: “¿qué no daría yo?” Y añora el escuchar de nuevo ese grito de su madre pregonando su nombre en la ventana mientras ella dehojaba primaveras por la Fuentarriba y por la Plaza…

Lo escucho, una y dos y alguna vez más… Lo bordas, lo bordas. Y pienso: todos, de alguna manera, nos echamos a la calle. Buscamos los recuerdos. No sé si se habrán quedado -  como los tuyos - por la Fuentarriba, por la Plaza o, estarán por la esquina de la calle aquella del primer beso…


No lo sé. Deben estar ahí. Estoy seguro que están ahí. Nos están esperando… Gracias, Felipe, gracias Yoli, por traerlos, tan a mano. 

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