sábado, 1 de febrero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Good Vibrations


                                 

No. No es la canción del grupo –Beach Boys-  de cuando éramos jóvenes. No. ¿El Málaga? Tampoco. Este equipo de nuestros quereres, tampoco. Éstos hacen arenilla un corazón tan grande como el Monte Coronado. Las buenas vibraciones las han transmitido  Duda; el chaval que ha venido de la otra punta del mar, Amrabat; un tal Flavio que vino de Portugal en verano…

A medida que avanzaba el partido a uno le pasan cosas por la cabeza. Primera parte ‘normalita’, penalti que sí es, un Sevilla ramploncete y un títere en la banda que no para de gesticular. El que quería este verano, en sintonía con su expresidente, que se cumpliese la ley. Ese. Como si a los partidos no se planteasen durante la semana.

Pájara monumental del Málaga en los primeros veinticinco minutos del segundo tiempo. Se echa el viento. Casi entra calor - y mira que la noche pintaba en frío -. El Sevilla remonta. Fallo por el centro, primero; a balón parado, después. Los centrales buscando alúas.

Schuster se entera de algo (o se lo soplan). Entra Samu; luego El Hamdaoui y  Pablo Pérez. Cambia el decorado. Arrecia el equipo. Centro desde la izquierda. Golazo, en la otra bana, de Samu. Se mueve mucho y bien, el holandés-marroquí-turco y como siga así, ya mismo perchelero. Viene el gol de la remontada…

Sobran la mala conducta de Schuster empujando a un jugador del Sevilla, y no saber comportarse. Sobran los cánticos soeces. Sobra tanto despliegue policial -¿quién paga eso?- si luego tiran dos petardos entre la masa (nunca mejor empleada la palabra) de los que mal representan a una ciudad tan señorial, tan hermosa, tan bonita,  tan especial, como Sevilla…


Tenía entendido que los fantasmas visten de blanco. ¿De quién ha sido la idea de vestirlos, -La Rosaleda, diez de la noche, frío de invierno, y casi lleno-  de colorado? No se han enterado: el Málaga se asusta… de su sombra. Así les ha ido. Por cierto, querido Antonio, tú pusiste un dos; yo, sin creérmelo, un uno (Málaga 3; Sevilla 2). Cosas que pasan.

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