domingo, 15 de septiembre de 2013

Una hoja suelta en el cuaderno de bitácora. Ella se ha ido

Era a media tarde de la víspera. El sol, antes de irse por el Monte Redondo, jugó un rato al escondite con nubes altas y frías. Ponían el cielo de telarañas. De pronto, por el aire, llega música de esquilones. Me asomo. La yunta, cansina, con parsimonia, tira de la carreta; delante, aguijada al hombro, el boyero. Al lado lleva un ayudante.

Suben con el ritmo acompasado con que marchan las carretas. Y uno - porque se lo pide el cuerpo- echa mano al recuerdo. Se refugia en Juan Ramón y en aquellas carretas que lloraban camino de Pueblo Nuevo. Venían de pinares y montes, y soñaban con establos que sabían a madre y a heno…

La Madre, Ella… Esta mañana la han retornado al convento. La subieron temprano en la carreta. La arropó la gente, cruzó despacio el pueblo –este viejo pueblo - y cuando pasó por mi calle, que ya no era una calle cualquiera, porque la llenaba Ella, la vi alejarse, despacio y me acordé de muchas cosas. Y, en los ojos…

No sé cuantas carrozas pasaron. Perdí la cuenta. Caballistas, niñas guapas… Caballos. “Los cascos de tu caballo / cuatro sollozos de plata” recogió Federico en el Zorongo. ¿Ves, ese tordo?, me dice mi hija, vale una fortuna. Palmean y cantan. Otros llevan música enlatada. Hay quien espera - chiringuitos que buscan unos eurillos - al sol de septiembre en la explanada del convento. Voluntarios y gente agolpada. Calor y más calor.

Se fue la gente de romería. Les ha acompañado el tiempo. Sol, caballos y polvareda seca. Por entre los olivos, algunos rayos de luz. Poca sombra, mucho gentío… Lo normal. El camarín es un chorreo. Se acercan, le cuentan sus cosas y Ella, madre de todos, calla, escucha y asiente.


Se fue, un año más, la Virgen de Flores…Yo subiré cualquier tarde de estas, entre dos luces, cuando jueguen las palomas a sueños imposibles en los  alféizares de la ventanas y, a solas, hablaremos de nuestras cosas. Porque tenemos mucho de que hablar y allí en el silencio, pues eso.

6 comentarios:

  1. Un escritor todo ternura. Me dejas sin palabras. Los ojos se llenan de lágrimas por que los sentimientos tambien ha vuelto a mí. Espero tambien ir a contarle muchas cosas a ese santuario que toda mi niñez me arropó,

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias... cuando los sentimieintos salen de dentro ocurren cosas así...

      Eliminar
  2. Grandes son los momentos de la Fiesta, amigo Pepe, pero mayores aún son los que se viven en la intimidad ante la Imagen de la Virgen, cuando podemos comentar ante Ella todas esas cosas, buenas y menos buenas, que nos ocurren en el día a día. Pero además nos permite utilizar, cuando ya no tengamos esa madre terrenal que nos trajo a la vida, la mas hermosa de las palabras: Madre.

    Y quiero decirte Madre
    y pronunciar la palabra,
    las cinco letras unidas
    que mayor sentido tienen
    a lo largo de la vida.

    Madre que Dios nos entrega
    desde el árbol de la Cruz
    Madre que a todos nos llega
    por decisión de Jesús.

    . . . . . . . . .

    (fragmento de mi Pregón a la Virgen de Flores)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bellísimo, amigo Fermín y, si me permites, no fue un pregón, no, sino una oración publicada.

      Eliminar
  3. Hoy no son palabras escritas, no la siento así, hoy siento que lo que escribes es como un cúmulo de sentimientos reprimidos que guardas en ese órgano de la vida, deseoso de salir como un estallido, como una explosión, solo que esa sencillez y humildad hace que la mantengas dentro para sacarla y decirla en el silencio, ya que no es necesario gritarla para oírla, -yo estoy contigo- solo en el recogimiento de la soledad, en el tú a tú, abrirle como estadillo de la rosa lo que tenemos guardado.
    Estoy contigo Pepe.

    ResponderEliminar
  4. Gracias, Juan, los sentimientos como los manantiales no pueden encerrarse: rompen a borbotones, como te a ocurrido a ti.

    ResponderEliminar