viernes, 6 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nardos

Septiembre huele a nardos. Varas enhiestas, a medio abrir, emborrachan el aire que va y viene. Septiembre, deja de ser verano y todavía no es otoño.  Regala perfume de nardos y aceitunas de verdeo y uvas de vendimia y, dentro de unos días, como casi sin avisar, vino nuevo.

Se siembran - los nardos - por marzo y, en la tierra, los bulbos aguantan el paso y el peso de la calor que achicharra el campo. Ahora cuando, casi nadie, espera una flor tan diminuta, viene y derrama fragancia, esencia, perfume,  casi tanta, que embriaga.

Pregonaba Celia Gámez a la florista que iba y venía por la calle de Alcalá. Decía aquello tan bonito de llevarle nardos, si se quiere a una mujer, que no cuestan dinero y que son los primeros para merecer. Grande Celia -probablemente la que más- en su estilo.

Cantaba don Antonio Chacón, -en otro género - aquellos ‘caracoles’ que sí tenían que ver con la misma calle. No estaban de por medio los nardos. Sí la mujer, probablemente, la misma,  sin ella saberlo, a la que iban dirigido los nardos… No sé.

No sabemos quien fue Manuela Reyes. ¿Sería un amor esquivo y en silencio? Dicen que, por sufridos, son los más bellos. Debió ser excelsa como la destinataria de los nardos de Celia: “mocita, escúcheme usté / son tus ojitos dos soles…” y que remataba, nada menos, que anunciando sequía para la Cibeles.

Esta tarde la calle de Alcalá no huele a nardos. No reluce con andaluces que suben o bajan… Mana, como ayer, como ‘antié’, como mañana, la fuente. Las diosa regala imagen, a miles,  fotografías digitales - es la moda de ahora - que se llevan consigo los que pasan por Madrid.


Me quedo con la otra imagen. Prefiero los nardos de Celia y los ojos que encandilaron a don Antonio, y que puede que, en otros ojos, se las anden perdidos por no sabemos dónde buscando, quien le confirmen, en la media distancia, que son dos soles. Y los son. ¡Seguro!

3 comentarios:

  1. Que bonito todo lo que dices. Muy romántico y si, puede que otros "Don Antonio" anden tras esos ojos que son dos soles para ellos. Época que perdura y sigue teniendo el mismo valor sentimental a través del tiempo.
    ¡Que el corazón tiene ese don sea de la época que sea. Una maravilla.

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  2. Pepe, hoy te has puesto de un romántico estupendo al hablar de los nardos y aunque sé que emularte es imposible, quiero también hablar de nardos a través de la poetisa uruguaya Delmira Agustini, cuya sensibilidad aflora en cuanto escribe, desmintiendo a aquel tonto que un día dijo que “la sensibilidad es patrimonio de las clases superiores”. Criada nació y murió en lo que hoy diríamos “violencia de género” a manos de su ex-marido, en un amor imposible, no por falta de este sino porque ella – calificada como erótica y procaz – no fue capaz de entender el de él, (o viceversa ) y se suicidó a su lado tras haberla asesinado. Los nardos que describe en “Los cálices vacíos”, me recuerdan todo esto que digo...

    “. . .¡ Oh flores, me embriagáis y sois tan blancas ! //Tan blancas que alumbráis y yo os contemplo // Como el sello de Dios en las tinieblas. // . . . .¡ Oh flores, hablad mucho! Acá en la sombra //. . .Vuestras voces me llegan // Como á través del muro inderrocable // Que separa la Muerte de la Vida. // Decidme flores, // ¿ Que sabéis del misterio de la vida... // De la inmensa leyenda del Calvario... // Que del vuelo supremo de las almas ?...// Las cavernas del sueño: decid, flores! //
    ¿ No serán... el oasis... de la vida?...

    Ya sabes amigo, que le mente es impredecible...

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