lunes, 23 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tierra de moriscos


Dice el diccionario que moriscos eran aquellos que, una vez pasado su territorio a posesión de Castilla, quedaron viviendo en su lugar. Conservaron, al principio, lengua, costumbres y creencias. Luego. ¿Luego? Intolerancia y guerra y, al final, o reniego o expulsión.

Casarabonela es una pincelada blanca colgada en la altura; un pespunte de cal en la enaguas de la sierra caliza. Pinares arriba; campiña, olivos y huertos de frutales. Mirtos, agua que corre oculta y misterio. Casarabonela guarda esencia de raíz morisca. Cal, embrujo y ensueño…

Mi primer recuerdo de Casarabonela se va a un atardecer de hace muchos años. El día metido en agua, entre dos luces se levantaba la niebla y flotaba el pueblo, cuando todavía no llega la noche y no se ha ido el día… Era una luz única, sobrecogedora. Algo que sólo se ve una vez y, al repetirla, ya no es igual.

Después… Escapadas. La última con el Maestro Leonardo Fernández. Buscaba el misterio de la cal blanca para llevarlo a sus lienzos. Comimos junto al Arco de Cristo. Corría la fuente. Era ese tiempo en que los jazmines aún no han abierto y por entre la tapias se subía el olor de madreselvas y celindos.

Han celebrado un remedo de otros tiempos (por la Inmaculada lo hacen con los Rondeles) y ahora con vivencias de moriscos, cristianos e inquisición. ¿El tiempo? Siglo XVI. Trescientos vecinos, - vecino más, vecino menos -, se han llevado a la calle, trajes, costumbres, música… de aquel tiempo.

Los pueblos agudizan el ingenio. Rebuscan en las alforjas del recuerdo y escenifican su pasado. Se han vestido sus plazas y sus calles, entre resuello y resuello, de mantos y almalafas blancas orladas en oro, capas azules, alpargatas… ; y ropaje de jaquetas y calzas; lanceros de capas rojas y picas…


Puesto a pedir añoro los ojos que sé que me miran, cuando subo por sus calles, desde de detrás de la ventana;  las notas de la mandora, del laúd, del rabel…el andar por entre el chachareo de las sombras. Habla el silencio. A Casarabonela - como a otros pueblos que yo me sé - hay que verlo desde dentro.

2 comentarios:

  1. Esas conmemoraciones en estos años está muy de moda, raro es la ciudad, comarca o pueblo que no hace alegoría de aquellos tiempos pasados escenificando las batallas de moros y cristianos y otras. Pero de Casarabonela no sabía yo de esto. y ahora sus pocos, porque trescientos son poco, vecinos se convierten en actores, en ese escenario que tan pintoresca mente describes. Estas descripciones que van acumulando puntos a tu bloc a la velocidad del rayo. Maestro. Felicidades.

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  2. Tus ojos y tu mente son dos pilares, lo que ve, lo que construye, lo asiente en el otro pilar que es el necesario para que se sostenga sin que se caiga. Como me gustaría ser un retazo de tú forma de escribir.

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