martes, 10 de septiembre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nostalgia

                                               NOSTALGIA


Cuelga, en facebook,  José María González Pérez, un viejo ferroviario - que no es lo mismo que un ferroviario viejo- fotos de trenes de antes. Bueno, algunos, son de ahora, pero sobre todo, muestra viejas máquinas, robustas, macizas, enormes que tiraban a golpe de pistones y vapor de agua de aquellos trenes largos y pesados…

Surcaban los campos de sembrados y amapolas, de arboledas perdidas, de montañas inaccesibles y, sobre todo, míticas. Vemos, en las fotografías, que esos trenes cruzan puentes sobre ríos de aguas claras o suben a las alturas que llaman los techos de mundo; otros,  van por llanuras que no tienen fin.

La modernización llegó con aquella máquina diesel que arrinconó a las de numeración sonora. ¿Quién no recuerda la ‘cuatro mil’? Eran, las diesel, más modernas y más feas. Ni llenaban los cielos azules de humos blancos ni silbaban en la lejanía… ‘Ya viene el correo. Es hora de la merienda’… decía la gente del campo.

No había reloj. No hacía falta. El tren marcaba - la mayoría de las veces, venía con retraso, pero como que no- las horas de faenas, de cambios, de ritmo y adaptación porque el Express, que iba a  Madrid pasaba por la noche; el que venía, por la mañana. A primera hora el ‘Mixto’ de Ronda; antes del medio día subía el ‘pescaero’: máquina ligera y no más de tres vagones… Iba como alma en pena. El pescado no tiene espera.

Esos trenes paraban horas y horas en las estaciones. El guardabarrera, echaba el cierre al paso a nivel; el guardagujas movía una palanca y dejaba vía libre…El Jefe con una gorra azul y roja y un banderín en la mano, salía al borde de andén y hacía sonar un silbado… Arrancaba el tren.


Desde el despacho el telégrafo impulsaba unos golpecitos intermitentes y secos y una cinta blanca salía marcada por una sucesión de rayas y puntos…¿Tito, Ramón que dice eso? Y tito Ramón, con paciencia franciscana, le descifrada al niño: ‘Te mando el dos mil ciento veinte, a la hora’. ¡Ah!. Ahora el niño no tiene a tito Ramón para preguntarle pero sí tiene nostalgia. Mucha nostalgia.

2 comentarios:

  1. s verdad la nostalgia de este señor. Siempre pone en su página fotos de tiempos que han quedado atrás pero que nos marcaron junto a la época. Que infancia vivida oyendo el sonido del tren por los Llanos. Ahora el paisaje ha cambiado con el progreso, el puente del ave cruza toda la comarca. Parece que Vuela en vez de marcar el compás del cha-ca-cha. Me gusta este fragmento de la historia del ferrocarril.

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  2. Hace solo una semana Pepe, hube de ir a la estación de Álora y pude comprobar que nada es ya lo que era. En ella no hay expendedor de billetes, pues eso lo hace una fría maquina. El tren – limpio y silencioso – llegó hasta el anden casi sin advertirlo, y de forma automática abrió sus puertas para, tras unos segundos de espera, volver a cerrarlas y, sin nadie que en apariencia le controlase, desapareció tan silenciosamente como había llegado. A la puerta esperando, había un moderno remedo del “coche de Rivero”, pero no era aquel en el que apostábamos si se estropearía en la próxima curva de Trabanca, sino uno – como el tren – funcional y moderno. Todo era nuevo, limpio, brillante, pero carecía de la poesía de antaño... Una vez más advertí, amigo mio, que me hago viejo.

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